sábado, 27 de septiembre de 2014

Primera Historia. Yo, ser invisible.

Me levanto de la cama y lo primero que hago es ponerme en frente del espejo, pero no se para que lo hago, si no puedo verme, es lo que tiene ser invisible, a veces como mejor me divierto es moviendo objetos cerca de las personas, pues se asustan, si eres invisible sabrás que es algo muy divertido. Aunque mi hermano Jorge es una persona visible, me puede ver, de hecho es la única persona que me puede ver.
Llaman a la puerta ¿Quién será? En verdad no me importa ya que no me verá. Jorge abre la puerta. Esa persona ha entrado en casa, me asomo al salón y me sorprende no conocer a ese tipo. Me acomodo en un sillón justo en frente de él y Jorge lanza hacia mi una rápida mirada. Obviamente el invitado no nota mi presencia.... Jorge ofrece al invitado algo para tomar. Entonces mira hacia mi posición y por un momento está a punto de preguntarme, pero reacciona a tiempo y se levanta para dirigirse a la cocina. El invitado se extraña de lo que acaba de ocurrir y se queda fijamente mirando a donde yo me encuentro. Cuando Jorge regresa con dos tazas de café, el invitado continúa mirando hacia mi. Por un momento pienso que me puede ver cuando dice: "Jorge... Me gusta mucho ese cuadro que tienes en la pared". Respiro aliviado. 
Me había parecido por un instante que volvía a ser yo, de carne y hueso; todavía no me había acostumbrado a esto de ser invisible, aunque a veces me divertía, moviendo objetos, colándome en sitios, o incluso espiando a la gente, pero, lo que de verdad quería era volver a ser el mismo de antes, sobre todo para volver a estar con ella, la echaba tanto de menos...ella...la persona que había ocupado mi pensamiento desde hacia tres años. La conocí en el instituto y, desde el primer momento, supe que era especial. No me hizo falta hablar mucho con ella para darme cuenta de que compartíamos muchas inquietudes. Tuve que echarle mucho coraje para romper mi timidez y romper el hielo. Sólo estábamos juntos en algunas clases como Lengua o Historia, pero a ambos nos fascinaba todas las historias que se relataban en ellas. Un buen día la profesora propuso hacer un trabajo sobre el Holocausto nazi y formó los grupos...Yo crucé los dedos... y la suerte me esquivó
de nuevo. De nuevo, si, porque la suerte siempre me ha abandonado más rápido de lo que viene. No es que pensara que un trabajo sobre el Holocausto fuera el marco perfecto para unas tardes románticas pero la
expectativa de su presencia hacía maravilloso cualquier momento. Maldita mi suerte.

¡ESTA HISTORIA ESTÁ SIENDO ACABADA! PERO PUEDES SEGUIR ESTA OTRA

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